La mayoría estamos preocupantemente
obsesionados con nosotros mismos
Deambulan por la ciudad con su pequeña cafetería rodante, recaudando dinero para causas benéficas.
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Una charla a la sombra: - «Esta es una iniciativa excelente. La agradezco mucho, por el calor que hace hoy. La limonada está un poco ácida, pero con este calor, da igual», comenta Brita Følstad mientras charla con Eilif Salemonsen.

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A Eilif Salemonsen y Lars Petter Berg les encanta dedicar parte de su tiempo libre a la cafetería móvil.

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Leila Kazemi y Farah Khodadadi se pararon a ver qué hacían los dos jóvenes.


El termómetro sobrepasa los 30 grados bajo un cielo azul y soleado, convirtiendo la jungla de asfalto de Oslo en un lugar tórrido y agotador. En el barrio céntrico de Grønland, dos jóvenes tiran de un carrito cargado de limonada fría, café y melón. Esta cafetería rodante es un proyecto idealista, en el que la totalidad de las ganancias se donan a causas benéficas. Pero todo comenzó con la idea de crear un lugar de encuentro social en algunas de las calles más tranquilas de esta urbe.


«Ninguno de los dos nos criamos en Oslo, pero nos encanta esta ciudad. Tiene varios espacios urbanos agradables y algunas calles con mucho encanto. Uno de nuestros objetivos era aportar un poco de ajetreo a Oslo para que fuera un lugar aún mejor donde vivir», dice Lars Petter Berg, de 26 años, uno de los impulsores del proyecto.


«De hecho, es una de las actividades más bonitas que he realizado en mi vida. Nos permite conocer a muchas personas interesantes, algunas de las cuales no habríamos llegado a conocer en otro sitio», afirma Eilif Salemonsen. El joven de 27 años está arreglando el carrito-cafetería cerca de la comisaría de policía de Grønland.
Miriam Henriksen pasa por allí, acaloradísima, y se deja tentar por el placer de una refrescante limonada casera.


«Yo misma he necesitado ayuda en varias épocas, por lo que esta iniciativa me parece muy positiva. Y la cafetería es de lo más acogedora. Me alegra poder aportar algo», dice, antes de marcharse corriendo.


El proyecto se inició el año pasado, con bastante esfuerzo. La cafetería empezó a rodar con un carrito de construcción propia y un par de sillas viejas. Unos días antes de nuestro encuentro con los chicos, habían pasado un mal trago porque el conserje del edificio donde viven, en su afán de ser eficiente, había tirado el carrito entero a la basura. Así que ayer tuvieron que pasar toda la noche construyendo uno nuevo, mientras que conseguían otra mesa y sillas a través de Facebook.


«Al menos podemos desmentir el mito de que los ciudadanos de Oslo son fríos y condescendientes. Claro que, hay algunas personas que se muestran un tanto escépticas cuando creen que intentas venderles algo, pero en cuanto se enteran de que todo va destinado a fines benéficos, suelen reaccionar de manera positiva. Nadie se ha aprovechado de nosotros hasta ahora. La experiencia ha sido totalmente positiva», explica Lars Petter Berg.
Los chicos llevan su carrito por toda la ciudad desde Frogner, una zona de moda, a Tøyen, un multicultural barrio de clase obrera. Pero dicen no haber notado mucha diferencia pese a la conocida división entre este y oeste.


«Si la gente tiene prisa, pasa de largo, ya sea en el este o en el oeste. Pero la generosidad existe en todas partes», señala Eilif Salmonsen. En lo que va de día han ganado ya más de 1.700 coronas, unos 200 euros o 180 libras.


«Lo que esperamos conseguir, ante todo, es que la gente se tome un respiro para charlar un rato. No tenemos ni idea de lo que funcionará en realidad. Ninguno de nosotros tenemos dotes de tendero, pero disfrutamos conversando con todo tipo de personas», dice Berg, captando la atención de dos señoras mientras habla.


«Captaron nuestra atención cuando oímos que todas las ganancias se destinan a fines benéficos. Me alegra ver que los jóvenes se implican en ayudar a los demás. Estamos encantados de apoyarles, porque quién sabe qué nos deparará el futuro», comenta Farah Khodadadi.
La limonada fría es todo un éxito. El café, en cambio, está intacto en este día tan caluroso y soleado.


«La experiencia de la vez anterior nos dice que tenemos que ofrecer algo frío en los días de calor», dice Berg sonriendo. «El zumo y el melón triunfan».


«Ah, sí, me ha sabido muy bueno. Esta inicitativa es diferente, en un sentido positivo. No me gustan los vendedores callejeros, pero esto es genial. Es maravilloso que alguien se moleste en dedicar su tiempo a ayudar a los demás. La mayoría estamos preocupantemente obsesionados con nosotros mismos», opina Madsen.
Berg y Salemonsen aseguran que nadie les obliga a dedicar tiempo al proyecto.


«Nos permite pasar tiempo con amigos y conocer a gente. Es interesante, emocionante y divertido. ¿Un sacrificio? En aboluto.»


DATOS

Cafetería rodante:
Jóvenes idealistas recorren las calles de Oslo con una cafetería móvil.
Cada uno paga lo que quiere por un café, un té o un zumo.
Las ganancias se destinan a fines benéficos. Los propios clientes votan por la causa que recibirá las donaciones.
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