Cavernícolas virtuales
¿Qué se puede hacer en una realidad virtual? Jugar a un videojuego, claro, pero rehabilitar a niños enfermos, también.
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“Produce una impresión muy real. Cuando las personas que están en las cavernas ven una mesa, quieren sentarse a ella. Y si se agachan, pueden ver lo que hay debajo”, explica Piotr Wodarski de la Universidad Politécnica de Silesia.

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“Lo que a nosotros nos parecía fácil, no lo era para estos niños. Tuvimos que simplificar la aplicación”, señala Wodarski.

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Así es el trabajo diario con los niños discapacitados. Cada uno de ellos tiene un nivel de desarrollo diferente. Cada uno necesita distintos materiales, ejercicios y tipos de estimulación.



Katarzyna Zachariasz, “Gazeta Wyborcza”


Estos niños pueden ser agotadores. No porque sean demasiados —sus clases tienden a ser reducidas—, sino porque cada uno de ellos tiene “lo suyo”. Marcin es incapaz de sostener una tiza con la mano, así que sus profesores extienden harina en la mesa de modo que pueda “escribir” con los dedos. Witkoria lo tiene un poco mejor. Puede agarrar el lápiz pero, al trazar líneas, se sale de la hoja, arrugando el papel.

 

Es como si la línea quisiera fastidiarla negándose a seguir recto. Debido a esto, Wiktoria usa papel con bordes de plastilina, que le ayudan a controlar su lápiz rebelde. Ahora toca el siguiente problema: concentrarse en el dibujo que está haciendo. Pero, ¿cómo hacerlo cuando hay una mosca rondando por allí? ¿O cuando un compañero ha tirado agua por la clase y otro se ríe a carcajadas? El entorno resulta mucho más interesante que dibujar garabatos sobre el papel.

 

Así es el trabajo diario con los niños discapacitados. Cada uno de ellos tiene un nivel de desarrollo diferente. Cada uno necesita distintos materiales, ejercicios y tipos de estimulación. Y todos tienen el mismo problema: no les gusta hacer los ejercicios. “Terminar una tarea es algo que rara vez proporciona satisfacción a estos niños.

 

Sí disfrutan, en cambio, de los caramelos, del chirrido de algún objeto, de la música o de saltar en un trampolín durante un rato”, explica Matylda Niesobska de la Asociación de Personas con Discapacidad Mental “Lubię Cię” (me caes bien) con sede en Gliwice (Polonia). “Cuando los niños carecen de motivación, no quieren hacer los ejercicios. Y cuando no los hacen, sufren un retroceso en su desarrollo”, añade.


El año pasado, científicos de la Universidad Politécnica de Silesia especializados en ingeniería biomédica se dirigieron a esta asociación con una propuesta. En su universidad tenían una caverna en 3D hecha de un cubo de lona especial del tamaño de una habitación grande. Detrás del cubo de lona se colocan proyectores 3D, y varios superordenadores proyectan imágenes sobre cada una de las paredes. A continuación, lo único que hay que hacer es ponerse unas gafas especiales y unos guantes con tentáculos para entrar en el mundo virtual.


“Produce una impresión muy real. Cuando las personas que están en las cavernas ven una mesa, quieren sentarse a ella. Y si se agachan, pueden ver lo que hay debajo”, explica Piotr Wodarski de la Universidad Politécnica de Silesia.


La universidad utiliza este equipo para educar a sus estudiantes. En el mundo virtual, los futuros ingenieros pueden ver cómo se seca un molde o familiarizarse con la construcción de un motor desde dentro. Pero un día, a uno de los científicos que trabajan en la universidad se le ocurrió la idea de usarlo para rehabilitar a niños con discapacidad mental. Así fue como los científicos de la Facultad de Biomecatrónica decidieron acudir a la asociación Lubię Cię de Gliwice.


Los científicos de la universidad pasaron un día entero armando bloques con los niños de la asociación. Mientras lo hacían, observaban cuáles eran los ejercicios que los niños hacían y cuáles eran sus capacidades. Luego, volvieron a la universidad y, tras unas semanas, retornaron a la asociación para poner a prueba la primera versión de su aplicación.

 

Los ejercicios se parecían mucho a los que ya se realizaban en la escuela —garabatos, agrupación por temas, etc.— pero lo interesante era que, en lugar de dibujar líneas en papel, se trataba, por ejemplo, de llevar una cazuela virtual en una cocina virtual o de hacer ejercicios de coordinación óptico-manual cogiendo manzanas al vuelo.

 

Todo esto, rodeados de un mundo colorido lleno de flores, animales, detalles y curiosidades. Pero resultó ser un desastre, debido al nivel excesivamente alto de los ejercicios. Todos esos detalles coloridos distraían a los niños porque cambiaban con demasiada frecuencia.
“Lo que a nosotros nos parecía fácil, no lo era para estos niños. Tuvimos que simplificar la aplicación”, señala Wodarski.


Los cambios que se realizaron en la aplicación resultaron ser la solución perfecta y los ejercicios en el mundo virtual no solo resolvieron los problemas de motivación, sino que también permitieron evitar otras dificultades como, por ejemplo, la repetición de errores.
“Los niños se acuerdan de cada movimiento, incluso de los equivocados, y los repiten sin darse cuenta de que lo están haciendo mal”, explica Małgorzata Kalarus-Sternal de Lubię Cię. Y hay otro aspecto importante: en estos casos, la máquina ha demostrado ser superior al hombre. “El autocontrol en este tipo de trabajo puede rozar lo milagroso”, asegura Kalarus-Sternal. “Pero al ordenador no se le puede despistar”.

 

Translation into English: Jo Harper