Floreciendo donde se ha sembrado
Un internado en Paraguay enseña a sus estudiantes desde gramática hasta apicultura para fomentar su emprendimiento y autoestima
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Los estudiantes pasan una semana en la granja y otra en el aula de clases, con horarios extensos que hacen desistir a algunos.

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La mayoría de los alumnos son provenientes de áreas rurales empobrecidas.



Por Inés Ramdane / Sparknews

Es la mitad de su jornada escolar y Julio Leiva, estudiante de la escuela secundaria, está trabajando tan duro que las gotas de sudor resbalan por su frente y su labio superior. Pero no es ni el álgebra ni la física lo que le hace sudar.

Leiva está en el exterior bajo el feroz sol subtropical, rastrillando, deshierbando y regando de uno de los jardines orgánicos que ayudan a alimentarle a él y a sus compañeros de estudios y que también proporcionan una gran parte del presupuesto escolar. Leiva es uno de los cerca de 150 estudiantes de la Escuela Agrícola de San Francisco, en Paraguay, un internado a unos 45 kilómetros de Asunción donde temas como la cría de aves, la fabricación de queso y la apicultura son tan importantes como la lectura, la escritura y la aritmética.

Fundada hace unos 12 años por una organización local sin ánimo de lucro destinada a paliar la pobreza en esta nación sin litoral de América del Sur, la Escuela Agrícola ha sido pionera en un innovador modelo de negocio: la autosuficiencia, es decir, la escuela cubre la totalidad de sus 3 mil millones de guaraníes (600.000 dólares) de presupuesto anual mediante la venta de carne, huevos, yogur, queso y productos elaborados por los estudiantes.

Los alumnos, la mayoría de ellos procedentes de regiones rurales empobrecidas, adquieren habilidades prácticas que pueden utilizar en casa y, al mismo tiempo, diplomas de la escuela secundaria que pueden encaminarles a estudiar en la universidad y a dar el salto a unos trabajos profesionales mejor remunerados. "Aprender haciendo es el método tradicional de las escuelas técnicas. Nosotros añadimos: Aprender haciendo, vendiendo y ganando dinero", dice Martín Burt, director de la Fundación Paraguaya, que también opera en otras tres escuelas de Paraguay y que ha asesorado proyectos similares en decenas de países. "Nuestros estudiantes no se sorprenden en su primer trabajo al ver la diferencia entre lo que les enseñaron en la escuela y la vida real. Esta escuela es la vida real".

Pero más allá de proporcionar a los estudiantes las habilidades empresariales que les permitan convertir granjas de subsistencia en negocios prósperos, la escuela también ayuda a los jóvenes perdidos a volver al tejido social. "La escuela es una fábrica de milagros y sueños", dice Luis Fernando Cateura, que administra las escuelas auto­sostenibles para la Fundación Paraguaya. "Cuando llegan aquí, los niños están realmente oprimidos. Como la mayoría de los paraguayos de las zonas rurales, tienen problemas con la autoestima, no van a hablar, no te mirarán a los ojos. Aquí aprenden a creer en sí mismos y en el momento en que se gradúen no los podrás callar".

De hecho, los estudiantes de entre 15 y 18 años, pueden detallar casi de forma poética todo, desde las sorprendentes cualidades de la albahaca como repelente de insectos hasta al arte de trasplantar una lechuga bebé; pueden comparar las ventajas relativas del riego por goteo frente al riego por aspersión; recitar la grasa que contiene la leche de cabra o profundizar en las instrucciones paso a paso sobre cómo inseminar artificialmente a una vaquilla.

Elegidos a través de un examen selectivo que da puntos extra a las chicas, a los niños indígenas y a los niños de familias muy pobres, los estudiantes alternan horarios, pasan una semana en la granja y la siguiente en el aula. Los días son largos. Para los que van a clase, la campana de la escuela suena por la mañana a las 7:30 am y sólo vuelve a sonar unas 12 horas después. Para los de de granja, se levantan con el sol para alimentar a las gallinas o para ordeñar las vacas y continúan con sus tareas hasta el atardecer.

Los estudiantes viven en la escuela, en dormitorios de un solo sexo con hileras de literas. Para muchos, es la primera vez que han pasado una noche fuera de casa. Mientras que en teoría pueden pasar los fines de semana con sus familias, muchos de los estudiantes viven demasiado lejos o no pueden pagarse el billete de autobús y al final se quedan en la escuela durante varios meses seguidos.

Algunos de los estudiantes internacionales, que provienen de Haití, Bolivia y Argentina­ regresan a casa sólo una vez al año. La deserción es alta. Muchos de los estudiantes no pueden soportar el trabajo, las horas o la distancia de sus familias y la escuela pierde un 10% de los alumnos cada año. Otros son expulsados por transgredir las estrictas prohibiciones de la escuela respecto al sexo, las drogas y el alcohol.

Pero los que lo consiguen dicen que la experiencia solo supone un pequeño cambio en sus vidas. Leiva, de 18 años, responsable del huerto, dice que aunque sus primeros meses fueron difíciles, "sinceramente no me arrepiento de haber venido a esta escuela." "El mundo se ha abierto ante mí", dice. El quinto de siete hermanos, Leiva proviene del norte del país, lleno de conflictos, donde merodean los grupos armados y las bandas de narcotraficantes. "Espero ir a la universidad pero incluso si no lo consigo, tengo muchos tipos de habilidades diferentes para poder conseguir un trabajo”. Habilidades y confianza en sí mismo.

José Amarilla, estudiante de último curso y natural de Luque, un suburbio de Asunción, dice que si no hubiera sido por la Escuela Agrícola su futuro habría sido casi con certeza sombrío. "Un montón de mis amigos de infancia dejaron la escuela, muchas de las chicas están embarazadas y algunos de los chicos están involucrados en las drogas o son alcohólicos ahora", dice Amarilla, quien planea iniciar una granja de lumbricultura para ayudar a pagarse un curso acelerado para el examen de admisión de la universidad pública. "Antes de venir aquí yo era como ellos, sin rumbo, sin habilidades, perdido. Ahora sé que soy capaz de cualquier cosa".

Para más información
Página web: http://www.fundacionparaguaya.org.py/?page_id=741